sábado, 8 de noviembre de 2014

Pecera, poema

Una vuelta entera al sol
subidos en la tierra
los dos
a través de esa mirada fría
de antártida
que tenías los primeros días
donde buscábamos calor
en cualquier rincón
y tu boca divertida
anunciaba esa sabiduría
que ni se vende
ni se aprende
que simplemente se tiene
es mas que nada valentía
dulzura, picardía
pero que se yo
si estaba a otras cosas y apenas te comprendía
solo en esos momentos cuando te besaba
y luego quería tu cuerpo
y te deseaba sin medida
eras mía
huiste durante ese invierno no sé cuantas veces,
en cualquier momento,
pero tú
sin ninguna atadura
sin falsa moral
sin atisbo de cobardía
nada te impedía abandonarme
para siempre
pero al final siempre volvías,
llevabas un viejo cuadro
una lampara
cosas
que luego restaurabas
un perro mezclado
extraño
que siempre te acompañaba
hijo de no se qué
y no se cuantos
rescatado
como yo
del olvido,
siempre rodeada de peligros
de gente violenta
y sin embargo
tan brillante
como el oro
como si absorvieras del entorno
y te quedaras con todo
pero los que te conocemos
de un rato, un mes o un año
sabemos que tu misión es socorrer
un perro
una silla
un cuadro
o alguien como yo
con un pie en una mentira
y el otro en el arroyo
ese espiritu generoso
y tu valor
son los culpables
de ese brillo imborrable
eterno
que tienes
y aunque te revuelques en el fango
y hagas con tu cuerpo lo que te dé la gana
ya puedes ser fría
o viciosa, que lo eres,
que en realidad no haces otra cosa que resaltar
la delicadeza y la elegancia
de tu mirada.
Miras al siglo con los ojos abiertos
y las manos extendidas sacando todo el provecho
exprimiendo el mundo
y destronando mentiras
Y ese mismo año
en la primavera
y siempre con hachis en un bolsillo y mandarinas en el otro
volabas entre los árboles del retiro
fumabas y te lanzabas alrededor del ángel caido
con una maestría que solo puede ser el regalo
de algún demonio expulsado del cielo
esperando ser rescatado por alguien como tú,
sin miedo.
La mas guapa de todas las vírgenes del renacimiento
la mas compasiva y piadosa
baila patinando
en este siglo
alrededor del ángel caido
como si fuera alguien a quien ayudar,
tanta sabiduría sin leer grandes libros
tanta belleza entre tantas cicatrices,
y tanta dulzura en un depredador
que por eso, aun hoy
es imposible dejar de amarte.
Lo hago como los peces de pecera
aman al mar
y que nadan en algo parecido
como yo nado en los recuerdos
en lugar de estar contigo

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