miércoles, 14 de agosto de 2019

CUENTO DE VERANO


La ciudad se ha quedado vacia en verano
y parece una obra de arte con ese mismo componente de
soledad que tienen las mejores obras de arte
a veces un poco forzada en el tema o en su composición
y otras magistralmente oculta detrás de algun sitio
imposible de localizar,
y las personas parecen mas humanas y más profundas cuando
hablas con ellas, y
hasta puedes llegar a  justificar y comprender su forma de ser,
parecen menos forzados y mas reales, como los secundiarios
de las buenas películas, que son los que de vedad las hacen buenas, 
hasta el edifcio de
enfrente parece humano,
la azotea
está entera llena de plantas,
está llena de enredaderas que suben por las antenas
como si fuera un gigante surrealista con el pelo verde,
pocas veces he visto personas en su cabeza, y no hacen mucho lio,
debe ser un edifcio  
con unas ideas discretas, con unos costumbres y unos horarios muy
particulares,
que no llaman la atención, que
no ponen su música alta, como esas
personas tranquilas que no parece que estén ahí, que no explotan
cuando les apetece,
que no tienen un ego  llamativo,  hasta que cuando te quieres dar cuenta
se han quedado con todo, hasta con tu voluntad,
tiene un par de
ventanas pequeñas en la fachada, que le de dan un toque triste;
parecen sus persianas
parpados medio caidos e irregulares con la belleza de un 
ligero estravismo oriental,
y de uno de ellos cuelga una bandera, como una lagrima tatuada,
yo creo que fuma,
en su acera hay un pequeño árbol de esos frondosos y redondodos
como una
bocanada de humo espeso de hachís del bueno,
y creo que es un gran fumador,
no es como los que fuman poco, este árbol es uno de esos de
hoja perenne,
en la puerta hay una pequeña tienda de chinos de barrio que no
cierra nunca,
cuando entras a la 3 de la tarde de agosto, la niña pequeña de
la familia está
dentro tumbada encima de la camára de helados, parece desganada, acabada,
pero en realidad es
hiperactiva, lo que pasa es que hace demasiado calor, es inhumano,
en cuanto llueve un poco o baja la temperatura sale a bailar
a la acera con su vestido, y baila para la gente, porque no sabe estar tranquila,
y da vueltas y gira, y acaba el final de cada
movimiento con una postura elegante y estirada como si fueran palabras
musicales que riman saliendo
de la boda del gigante de ladrillo fumador de marihuana o como si estuviera
silbando una melodia clasica,
por la noche los auotobuses pasan como elgantes yates iluminados por
dentro con
el sol de fluorescente del mediterraneo,
cruzando vacios la ciudad, sin detenerse en las
paradas, pero cuando lo
hacen puedes escuchar su voz metalica cuando dice línea 43 destino
estrecho,
la ciudad parece una obra de arte triste, no como el resto del año que
parece la obra de
un imbécil con un brote psicótico pintando todo de calles rectas
que se cruzan y
llenas de coches que no van a ningún lado y de personajes sin
profundidad estereotipados sin nada que hacer,
niños de papa críticos de literatura y
de cine,  de trepas, de gente seca y sin corazón que
se sientan todo el invierno a comentar la actualiadad como si fuera
el charco de agua sucia que hay encima de las lonas que cubren las psicinas,

Con este calor hay pocas cosas que me hagan levantarme de golpe
del sofá, solo quizá esa
soledad que hay oculta
detrás de algunas obras de arte, lo saben los franceses, por eso en su alta cocina
siempre
dejan un espacio vacio en el plato, y en su tour colocan
para el final las montañas mas altas,
y cuando Egan bernal y Mikel landa empiezan a tirar sin piedad para
arriba y alaphilippe se queda atrás sin fuerza para
 seguirles, la realización se centra solo en él durante
un minuto, no se centran en los que se están escapando,
se centran en quien se queda solo, y ponen sus gestos en primer plano
y se le puede ver
cabeceando, sentado en el sillín, no hay nada mas emocionante que ese
momento en que
se puede ver la soledad detrás de una obra de arte,
también lo saben las mujeres que estudiaron
5 años de historia del arte,
cuando van de museo en museo de vacaciones por europa y
entre todas las familias con los niños alocados, y todos los turistas
de todas partes
del mundo, y todas las excursiones, los celadores les tienen que
llamar la atención
justo a ellas porque están pegando la nariz en
los cuadros, mirando cada detalle de la pincelada,
mirando la dirección, la técnica, mirando
con lupa las huellas dactilares de los dedos pulgares que ararstraron un color
hace 300 años
para hacer una simple sombra oscura, y
pidiendo perdón se van alejando poco a poco
andando de espaldas un par de pasos sin dejar de vigilar el cuadro,  hasta que
se quedan paradas extasiadass cuando encuentran ese instante justo en que la 
la soledad se escapa fuera del marco,
y lo sabe la naturaleza cuando vas caminando por la calle,  y le gusta dejar a las
adolescentes con las piernas cruzadas,
entre los carteles y las fotos del escaparate, esperando turno dentro de la peluquería,
mirando el teléfono tremedamete aburridas, como si también fueran
obras de arte con una carga insportable de soledad y tristeza detrás.

Ahora que se han ido todos de vacaciones, la calle se ha quedado completamente
vacia y cuando
llego a casa
Puedo dejar el coche justo debajo de la farola,  
aparcado delante de la tienda de chinos,
no lo dejo ahi por tenerlo vigilado, ni por tenerlo mas cerca de la puerta,
lo hago solo por pura estética; cuando me despierte el calor en mitad de la noche,
miraré  por la ventana, y lo veré aparcado abajo, en la calle vacia,
como si la luz de farola y la
noche estuvieran ahi solo para él,
me gusta observarlo mientras dura el cigarro, verlo completamente solo, iluminado,
igual que al destino le gusta dejarnos completamente solos al final de todo,
mirando los anuncios de
televisión como si los pensamientos que pasan por nuestra cabeza  estuvieran hechos
solo para nosotros.

TRIATLON

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