jueves, 19 de abril de 2018

El adivino

Yo trataba de controlarlo pero aquello parecía
un inmenso acuario
de esos que son como un océano entero
con tiburones y rayas moviéndose en círculos lentos
con una grieta que se va haciendo cada vez mas grande
y con un ruido de crak que se va extendiendo
y aguantaba yo solo todo el peso apoyando las 2 manos
con todas mis fuerzas
contra el cristal.
Llevaba un par de días con esa sensación
pero seguía adelante sin pensar en ello
como cuando tiembla el casteller justo antes de derrumbarse
y todo el mundo en la plaza abandona el silencio
y crece el rumor que se convierte casi en un grito del mundo
y hasta las banderas catalanas dejan de respirar
pero el último niño sigue escalando hacia lo más alto
como le han enseñado
sin mirar hacia atrás.
Llevaba unos días viéndolo venir
era una mezcla de tensión con miedo que sentía dentro del estómago
y que se extendía por todo el cuerpo
por las brazos
por las piernas
y llegaba hasta los sueños y a las pensamientos
pero yo aguntaba intentando agarrarme a cualquier ilusión
como cuando te estás despertando y cada vez se aleja más lo bueno
como cuando todo se hace real
pero tratas de seguir en la dulzura del sueño,
agarrándote a una sensación que ya no es más que una simple imagen
difuminada por la realidad,
luego todo esto no era nada y esa tensión desapareció
quizá era una simple profecia lejana en el estómago
que dura un par de días
que solo avisa sobre los ciclos del vida
y me pareció que volver a la desesperación sosegada y continua de siempre 

tan alejada de la felicidad no era tan mal sitio

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