SEXO RÁPIDO

Íbamos directos a la cama
como dos cerdos chocando contra las paredes del pasillo de su casa
pero primero me enseñó la librería de su habitación
porque estaba muy orgullosa de ella,
tenía muchísimos libros en esa estantería que iba desde casi el techo
hasta casi el suelo
era un armario de madera antiguo que había convertido en estantería
hacía un año
que parecía la cara de una persona
o más que la cara de una persona
parecía la cara de un elefante
porque había dos montones de libros en los laterales
como si fueran dos ojos tristes y grandes
y en el estante de abajo había ropa amontonada
y la manga de un jersey delicado caía por delante como una trompa
mientras me enseñaba un libro riéndose con su boca
y parecia que al abrir el libro la risa salía de sus paginas,
era una extraña edición de un libro de Schopenhauer
sobre el amor mujeres y muerte con unas tapas duras rojas
del color de su pintalabios,
me dijo que seguía sin nada ordenado en su vida
como siempre
pero que sus libros si estaban perfectamente colocados,
que arriba estaban los de filosofía
como este de schopenhauer
y había de Deleuze
de Niezstche
todos a la altura de la cabeza,
un poco mas abajo retiró la ropa usada que olía a ella
apresurada y la fué dejando sobre el suelo y la silla
y la cama
y yo le ayudaba atento a los tesoros que habia detrás,
y ahí estában las novelas, los cuentos, las historias con cuerpo,
había de todo
desde Hemingway hasta estos Japoneses de ahora
desde Pio Baroja hasta Castellano antiguo y Julio Verne,
estaba el mundo entero civilizado
igual que está la evolucion entera sobre su piel
y el conocimiento sobre su comportamiento
pero aclaró que no se los había leido la mayoria
que simplemente los llevaba consigo
y yo pasaba mi mano sobre sus hojas,
era una colección increible
no tenia desperdicio, más abajo a la altura de las piernas y las rodillas
estaban los de poesía
a veces estiro la mano desde la cama y cojo alguno y leo
un solo poema dijo
y me duermo pensando en como lo habrá escrito el autor
en que pensaba
y en que hay de magia y de premeditado en su estructura
y me duermo en seguida pensando en ello
no tardo ni un minuto
y desaparezco,
estuvimos ahí de pie todo el rato
y veía como caían los libros de la estenteria de filosofía
ardiendo calientes y ella los apartaba como si hubieran dejado
de tener valor
diciendo que no importa
que del suelo no pasarán
y yo volvía a su cuerpo sin poder soltarlo como cuando te atrapa una novela
y estas hipnotizado
en su historia y en su ritmo y te mueres por abrirlo y terminarlo
ansioso
yendo siepre hacia adelante
pero quedándote en las mejores páginas disfrutando
de su sabor
un rato,
y estuve todo el tiempo mirando sus piernas
con unos pies normales como todos los pies
pero embellecidos con unos tacones
que los hacían sugerentes como la poesía lo hace con cualquier cosa normal,
no fuimos a la cama
y nos quedamos todo el rato ahí de pie metiendo y sacando libros
contra la estanteria.