lunes, 23 de enero de 2017

Resaca inmovilizadora



Lo único interesante aquí son las estelas que dejan los aviones
volando siempre hacia sitios mejores
como si regresaran todos al lugar del que has huido,
y los libros de ciencia cerrados
y las hojas en blanco la biblia el coran y todos los libros sagrados
de todas las religiones
abiertos de par en par encima de la mesa
para ver si alguno te concede un milagro 
y poder sentir cerca a los que se fueron para siempre y
olvidar que los gusanos siguen haciendo muy bien su trabajo
y entrar en la radio en directo
para pedir una de Steve Wonder y cuando la pongan
subir el volumen
y sentir como la ciudad entera baila solo para ti
y asomarte a la terraza y ver a todos los conductores en los semáforos
moviendo el cuello
de un lado para otro
como tortugas invidentes buscando la luz en el cielo
y en las ventanas de los edifcios de enfrente
a las chicas desbocadas en la ducha
haciendo los coros con un traje de lentejuelas hecho de jabón
deslizando los pies y chasqueando los dedos todas al mismo compás
y bajar
a comprar tabaco cuando se ha acabado la canción
con ese gen de me importa todo una mierda bien marcado
en la zapatillas rotas
y encontrarme al antiguo matón del colegio
tratando de colarme una de sus mentiras
y ver como su fantasía se desmorona
ella sola
sin ni siquiera hacerle una pregunta,
y sentir la ley de la fuerza de la gravedad del sexo
y tratar de relacionarla con una ley
que prohiba de una vez la musica de los videos porno,
y descomponer el silencio en diferentes instrumentos
como si fuera una inmensa orquesta invisible donde suena
toda la vida que he dejado escapar
toda la belleza que quiero conseguir
y el ruido de fondo de la autopista
jugando, buscando su paradoja y conversando entre los tres
hasta que apago el silencio
que ya he cumplido
por hoy
aguantando esta resaca yo solo con una mala película autobiográfica
que no he tenido fuerza para dejar de ver,
el teléfono desconectado
y las persianas bajadas,
solo dándole forma de clavo ardiendo a la promesa de nunca más, y
colgando de ella un cuadro de un guerrero
samurái para acordarme siempre y no olvidarme jamás
de esta resaca y de mi juramento,
pero cuando me pregunten por el cuadro al día siguiente
diré que es de un samurái del siglo 16, si,
que representa la fuerza de voluntad y el honor, si,
de acuerdo, pero que no se bien de donde lo he sacado
o quien lo ha colgado ahi
y para qué

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