En el campamento base

Tus rodillas encogidas en el sofá
son el pico mas alto
de este planeta,
pareces muy tranquila entre las nubes de hachis
que cruzan por tu cabeza
pero cuando te tomo el pulso
estás a 100 pulsaciones por minuto,
noto el latido de la montaña
cuando pongo los dedos en tu garganta,
y puedo sentir los ríos que descienden
por la ladera de tu cuello
cuando estallas en una carcajada
como un torrente imparable de agua clara,
y puedo sentir los millones de años
en la formación
de los complicados
engranajes de tus clavículas
cuando atrapas mi mano entre tu cuello y ellas,
y puedo sentir rachas de viento heladas
de más de 100 km por hora
cuando te has marchado o estás callada,
tus palabras planean por la habitación
como los pajaros de las montañas,
y siento el eco de las mías
cuando te hablo y contestas interesada
como si resonaran en los valles mas lejanos,
es imposible quedarse
simplemente
observando
y notar
tu pulso
tu aliento
y ver tu pelo encima de tus hombros
como si fuera niebla de la cumbre cayendo,
es imposible aguantar aquí y no rendirse
o no intentar conquistarte
o escalar o hundirse
o yo que se,
hacerlo todo a la vez;
escalar hacia la cima de tu profundidad,
aquí tu belleza se va haciendo cada vez mas peligrosa y
me siento desorientado en mitad de este vacio de hielo tan blanco,
con los lagos de agua cristalina
que no apartan nunca la mirada
ni siquiera cuando estás cansada y los cierras,
dentro de tu alma hay barrancos y precipicios
que cuando se cruzan ya no puedes volver hacia atrás,
y solo queda
caer de rodillas
rendido
y quedarse ahi
esperando a que los san bernardos
suban rondas de aguardiente
mientras el tiempo pasa
sin importarme si es de dia o es de noche
o si tengo hambre o no quiero comer nada
o es ese viento tuyo tan potente
de cuando no estás
que no me deja escuchar ni mis propios pensamientos,
pero no quiero tu piedad,
se que tu alma no la tiene con quien intenta escalarla,
pero no hay nada mejor que mirar el mundo
desde aquí arriba
aunque cueste tanto respirar en las alturas