viernes, 3 de noviembre de 2017

Los animales sagrados



Aun queda un poco del silencio de la noche,
incluso quedan un par de muerciélagos despistados y 
la media luna desdibujada arriba en el cielo
pero tímidamente van conquistando a la mañana los cantos de los pájaros
el sol saliendo por el horizonte,
y el sonido lejano de las arterias principales del
gigante gris que despierta de su resaca de fumador
sin que ya nadie lo pueda detener,
es lunes otra vez
y a mi ne despierta la llamada a la oración de la religión capitalista
que es la alarma numero 1 que se repite cada 2 minutos y
se conecta a la radio donde hay un huracán y una revolución cruzando las noticias,
aunque a mi solo me interesa la furgoneta de reparto que
pasa por debajo de la ventana
y abro la persiana para ver toda su hermosura costumbrista mientras
la ciudad me pasa la primera calada de co2,
hoy se ve en su textura grisacea y en su fuerte olor que es de buena calidad,
estoy engachado a esta mierda porque aunque no me sienta bien me lleva al
estado mental que yo quiero, si no fuera así me iria a vivir al puto pueblo
con el cielo azul
el silencio
y el olor a pino y a vecino que te conoce desde pequeño,
pero el humo y esta furgoneta sucia rompiendo la calma
y cerrando con fuerza la puerta de atrás sin clemencia por los que aún duermen y
estas vistas al edifcio de enfrente y a personas que ni siquiera me voy a enterar
cuando mueran
me situa en ese estado de conciencia justo y acertado en este mundo de huracanes
y políticos en el que ya no hay sitio
ni para la felicidad
ni para un idiota mas,

no desayuno porque ya estoy lleno de los símbolos de la noche,
solo me tengo que lavar los dientes con mucha fuerza durante un buen rato
para quitarme el sabor a trauma que se repite como el ajo y
antes de salir por la puerta
trato de poner la espalda recta
para que tampoco se note que llevo la mochila del pasado llena de piedras,
pero es difícil, ya pesa bastante mas que yo,
voy desequilibrado y
tengo la impresión de que si me caigo una vez más esta vez no me voy a conseguir levantar
y me voy a quedar tumbado en el suelo como una tortuga, y voy caminando
hacia la parada del autobús pensando en la paradoja del caparazón
que sirve para protegerse de los depredadores pero pesa demasiado
para darse la vuelta
si estás solo y nadie te puede ayudar.

En la parada del autobús está la vecina esperando sentada
con el teléfono en la mano
lo que quiere decir que hoy no tendré que esperar y
que el autobús está a punto de llegar,
mi vecina es una obra de arte que ella misma ha ido construyendo poco a poco
durante 20 años,
por fuera tiene la simetría y la limpieza
de este tipo de personas muy inteligentes
que han sacado las mejores notas sin necesidad de estudiar y de estropearse en exceso
y que controlan las emociones
y en las que todo está perfecto
el pelo,
la piel,
la sonrisa,
y no tiene los rasgos muy marcados
ni ningúna deformación por nerviosismo,
por maldad,
ni por miedo,
todo en ella tiene la elegancia de un halcón sagrado
y por dentro trasmite un mensaje de profundidad
pero que dependiendo de cada momento es diferente,
casi siempre hay un mensaje de alegría
pero no esa alegria de la gente pesada que está siempre haciendo bromas,
es una alegría que se rie de todo
pero como un cocodrilo sagrado del nilo se rie desde la orilla,
en otros momentos es todo violencia y guerra y su cara es un desafio
y todos los que la miran se sienten indefensos como ante un león del desierto
y nadie se atreve a interrupir sus pensamientos,
pero para mi solamente transmite el mensaje de la
belleza que hay en la doble cara de la gente inteligente
que les gusta pasearse y se sienten atraidos por la decadencia
igual que a los decadentes nos gusta pasearnos por la perfección y el orden
aunque nunca se nos pega nada de nuestras casas y nuestras mesas limpias y
nuestras normas y horarios ordenados y nuestras leyes a los que tratamos de agarrarnos,
y cuando ella se sumerge en la
decadencia tampoco se la queda nada de los vicios y 
de la perdida de control 
y del caos
y de vivir entre gente peligrosa,
y me sonríe con esos ojos que parecen
dos escarabajos brillantes azules mirando hacia las personas
y buscando en ellas orientarse como si fueran la via láctea,
y se rie diciendo que hoy he tenido suerte porque
queda menos de 1 minuto para el autobus
y veo su pelo apoyado sobre uno de sus hombros
como si fuera un gato sagrado dorado ensroscado buscando el sueño
y mirando a la ciudad por la ventana como una esfinge
y a la gente que se va subiendo en cada parada,
a ese le conocemos de otros días y también va a su clase en la universidad,
se nota que está medio enamorado de ella y que ha perdido el control
porque no ha sabido echar el freno,
mi parada está antes y tengo que bajarme
y le dejo mi sitio al chaval que ya tiene el veneno en su sangre
de la cobra sagrada
el pobre
que presume de su 8,5 en termodinamica, que no está nada mal,
pero que no sabe nada del poder de los dioses egipcios.

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