sábado, 25 de noviembre de 2017

Como un chaval

Escribir no es mas que un juguete de esos que son un estilo
de vida, como la bicicleta,
y aunque no estés hecho para ella
es de ese tipo de juguetes que te van moldeando a su imagen y semejanza
y según la vas utilizando te va haciendo mas preparado para usarla
y tus piernas y tu corazón y tu cuerpo entero empiezan a adaptarse
poco a poco
y tu cabeza aprendiéndose de memoria
las mejores rutas y los caminos
y buscando otros nuevos en cualquier momento como
una excusa para salir a dar una vuelta y perder un poco el tiempo
con ella.
Aunque yo nací para escribir y
no he tenido que forzar demasiado,
siempre he sido un mentiroso compulsivo y un vago y
no he tenido la suficiente imaginación
para haber creado una historia de esas
con su universidad
su oficio
su familia
y su personalidad ya calmada y hasta sabia
aunque sea a fuerza de experiencia y
solo tengo energía para este tipo de castillos de arena
en formato de piezas cortas
sin introduccion nudo y desenlance
sin pasado
y sin mucho trabajo
con mas intuición que razón
y mas desborde que martillo pilón
con un lenguaje corrompido y libre
sin ninguna atadura
ni norma
ni ninguna regla como tienen el cine
o la novela,
o la realidad,
y a mi no me asusta la soledad
ni las sombras que se hacen dentro de ella
podría pasarme una hora mirando esta pared
y años y dias
y tirar kilometros pedaleando
sin decir una sola palabra y sin escuchar a nadie
solamente escuchando esa extraña lírica
que tiene el alma
cuando la dejas llevar por ese ritmo constante
de avance a ninguna parte,
y tampoco tengo ninguna religión que me mantenga esperanzado,
pero necesito una, necesito escapar de la imperfección
y la contaminación de todo lo que me rodea,
tampoco tengo una patria
pero necesito volver a algun lado
desde hace mas de 20 años que me siento un extraño,
otros son mas filosoficos y razonables
y pueden vivir entre el ser humano,
y analizan y aprenden del comportamiento y saben que hay que hacer
en todo momento,
al estilo de los griegos,
pero para eso tienes que estar entre ellos
y entre sus normas
y detenerte en sus semáforos y en sus pasos de cebra,
y a mi no me gustan esas bicicletas que usan
pequeñas y manejables
para poder ir por sus ciudades y no tropezar con ellos mientras los observas,
hay otras personas que son de campo a través
de grandes descensos
de peligros
de jugarse el tipo
de saltar entre las rocas y de pasar miedo y tratar de controlarlo
agarrando bien los mandos
y entendiendo las hostias que te das
como un gaje del oficio,
sin quejarse, y no como una hostia de verdad
de esas que duelen para siempre,
esos son los mejores y los más divertidos
pero mi constitucion no vale para eso
yo siempre recuerdo los golpes en las rodillas y en el costado cada vez
que cambia el tiempo o que doy un paso
y como te he dicho a mi me va la lírica y recorrer cientos de kilometros
en un solo día
mirando al frente
y viendo como el paisaje casi no se mueve
sin peligros
y sin mucho contacto con la gente,
así que me llevo esa bici Orbea de carretera,
la roja y verde
la más barata si, que me conozco y acabará ahi oxidada
abandonada en un rincón de la habitación
hecha un poema

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