La hora de los imbéciles

Es esa hora en la que los pájaros pasan
en vuelo rasante a beber un poco de agua con cloro de la piscina
y el sol de la tarde tiñe de rojo la piel de unas mamis insatisfechas
que secan su pelo violentamente con una toalla y
al otro lado de la piscina dos eslavas hablan entre ellas
sin la parte de arriba del bikini, estarían mas buenas con él puesto
igual que le pasa al cielo que está mas bonito y sugerente
cuando se tapa con sus nubes de lenceria esponjosas
estampadas con caras de seres extraños,
hoy el cielo ha estado limpio y azul, mostrándose como es y
sin dejar nada a la imaginación,
a esta hora se mezclan los recuerdos con el futuro
en algo parecido a la paz
y algunos salen a correr como si fueran a llegar a un sitio mejor,
otros se sientan en la terraza con un gin tonic
esperando a que algo bueno aparezca,
los mas viejos esquivan los aspersores que invaden
el camino de piedras, pero no les da tiempo
y no pueden escapar,
otros salen a pasear y cierran girando con doble vuelta de llave
para que nadie les robe lo que tienen,
y otros como yo se acaban de levantar de una siesta descontrolada
y tratan de escribir algo que pase por la cabeza
pero por mucho que exprima la realidad no sale ni una sola gota de poesía,
así que prefiero las naranjas y mentir;
a esa hora las morenas parecen panteras negras tumbadas
fumando en el sofá
frente a la televisión,
y haces el esfuerzo de levantarte y correr las cortinas
como si te molestara la luz;
cuando corres las cortinas yo se lo que de verdad siginifica;
es como la señal de los perros de Paulov
y me acerco disimulando a preguntar por el delfín tatuado en tu vientre
preguntando donde está la D de tu nombre
que insinuo que he perdido de vista,
y la señalas entre una de las ondas verdes que simulan el mar
rozando el ombligo
y digo que es muy bonito y original
pasando un dedo por encima
aunque yo solo vea una diana,
ni la inicial de tu nombre
ni un delfin
ni nada