viernes, 2 de diciembre de 2016

Un paseo


Cae el invierno
y las nubes están en el cielo extendidas como una inmensa manta de humo,
un jubilado con sombrero de cazador limpia sus gafas
y después se para a observar como los obreros asfaltan la calle con una apisonadora
solo han dejado un carril abierto para el tráfico
y uno de ellos lo dirige con entusiasmo, demasiado,
los coches pasan despacio
y sus conductores suben rápido las ventanillas para que no entre el olor a alquitrán
y el ruido de las máquinas,
yo me alejo de la calle principal
y voy por las callejuelas que la cruzan,
es un barrio sin tráfico, con adoquines y calles estrechas,
aquí hay mas tranquilidad, se puede pensar un poco mejor
y se pueden oir los ruidos de la ciudad;
vamos tirando dice el portero de una casa a una señora
que le ha preguntado que tal,
los negocios de estas calles sobreviven como pueden,
ya no quedan videoclubs ni librerías
pero sobreviven los bares de mala muerte con la tele encendida,
y no tengo nada que objetar
no soy nadie para juzgar la evolución
la evolucion es dios
Darwin un profeta
y la relidad su inmensa iglesia.
Un gato se arregla en lo alto de un muro
como si fuera una quinceañera un viernes de primavera
lo llamo y se queda paralizado
mirándome
esperando un solo movimiento para salir corriendo
en tensión
preparado
¡Ey gato!
mira
es comida
y hago que como
y me acerco
el gato pega un bote y se aleja,
se que si hago esto mismo durante 3 dias a esta misma hora
acabará comiendo de mi mano
no es solo cuestión de intercambiar, escuchar, hablar,
perdonar, ni siquiera es una cuestion de poder,
el secreto del universo es el tiempo
hacer lo mismo a la misma hora
todos los días
es nuestra única forma de conocer la verdadera naturaleza de las cosas
y también de conocernos a nosotros mismos,
así supe que o la tierra o el sol se movían
y supe del poder del insistente golpe del martillo
y que las personas todas merecen una oportunidad
hasta los enemigos.
Sigo caminando, la iglesia de este barrio es gigante
está abierta, pero no hay nadie dentro,
no se escucha nada
ni un alma
no hay ni dios,
justo al lado, haciendo esquina hay una pequeña floristería
y en la puerta trabajando hay una chica colocando unas rosas
agachada, doblando las rodillas,
dios está donde siempre
y me cruza una sonrisa mañanera

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