miércoles, 12 de octubre de 2016

La pequeña leica y el gran incendio



El atardecer mola
porque con sus colores parece que se está incendiando la ciudad entera
y puedes imaginarte que se queman todas las cosas
contra las que no puedes hacer nada,
y puedes ver como los edificios burocráticos, las leyes y los coches
arden todos a lo lejos en una revolución imparable
desde el parque.

La ciudad ha estado hirviendo desde las 6 de la mañana
viendo como se quitan el dinero los unos a los otros
y por la tarde
cuando todos vuelven a sus casas haciendo cuentas y mirando al suelo
la ciudad empieza a arder con un precioso color fuego,
los ladrones, las víctimas, y todo el mundo calla y miran hacia arriba
menos una niña de 8 años que hace fotos
con una cámara que lleva colgada al cuello, 
y mientras su madre descansa con la mirada perdida en la gran hoguera
todos posamos para la pequeña;
y el grupo de parroquianos con la sonrisa incendiada
y el vino y las llamas reflejadas en la cara
nos juntamos abrazados en las escaleras
y en lugar de borrachos nos sentimos como recien graduados en Harvard,
y el vagabundo que está metiendo medio cuerpo
en una papelera de las grandes
intentando encontrar la entrada al infierno entre tanta mierda
se limpia un poco, y posa sonriendo,
y ella le cuenta muy seria que de mayor quiere ser fotógrafa como papá
y él se va comentando hablando solo
lo inteligente y lo buena artista
que es la pequeña,
y le hace una foto a un perro al que le falta una pata
que camina dando pequeños saltos como si el suelo estuviera ardiendo,
la dueña le detiene y le rodea con el brazo para salir sonriendo junto a su perro
y cuando acaba, la niña le acaricia la cabeza
sin preguntar por qué le falta esa pata
sin decir pobrecillo, y sin poner cara de pena,
y el perro se va con su extraña belleza crecida,
la mejor de todas, la que no es simetría, y la que es toda fuerza.
y revisa las fotos que ha hecho
mientras espera a que el cantante de flamenco que está pidiendo
deje de hacer su particular versión de fuego fatuo
gritando como si se estuviera quemando en la hoguera
de manuel de falla,
y cuando acaba, el cantante golpea su guitarra y parece que estalla
y sonríe posando para la niña a la vez que todo el mundo aplaude como
cuando se quema la madera,
todos posamos con nuestra mejor cara
y queremos salir bien en las fotos de la inocencia
mientras el gran incendio se sigue extendiendo

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