domingo, 23 de julio de 2017

Sábado 23 de julio



El cielo estaba como el cielo de los simpsons
azul y con unas nubes blancas en lo mas alto,
era mi primer verano en esa nueva casa
y no me acostumbraba al calor de vivir en una última planta,
estaba siendo el mas caluroso desde hacía mucho tiempo
pero no como dicen siempre
este traía records históricos de temperatura y
no había llovido nada
y había sequia y noticias de incendios en los telediarios,
la tarde estaba paralizada
y solo se escuchaba una chicharra jodiendo por la ventana,
en la terraza de enfrente ondeaba la bandera del arcoíris
que pusieron la semana del orgullo
y después de un mes ahí sigue ondeando por encia de todos los tejados,
es como si yo coloco una bandera de mis cojones
y no la quito en todo el año,
pero no voy a decir nada a ver si va a venir la policia del odio
y entre los del trafico, los de aparcar y los que se creen los sheriff de wichita
ya hay suficientes tipos de policía,
desde la ventana la bandera forma un triángulo equilatero
junto con el pirulí de televisión como enorme símbolo fálico de toda ciudad humana
que se precie
y junto con la la plaza de toros
cómo simbolo de la lucha de sexos entre el hombre embistiendo y la mujer toreando,
y entre los tres ángulos tienen a la ciudad entera atrapada.

Este verano no ha habido ningún campeonato interesante,
no se ha jugado un mundial,
ni un europeo,
ni de fútbol, ni de basket, nada de ningún deporte de equipo,
solo hay un mundial de natación, el tour de Francia, y Wimbledon
pero yo soy un solitario
y me gusta evadirme de la lucha contra uno mismo,
por eso solo me gustan los deportes de equipo
y por eso no me gustan la pintura, ni la poesía,
ni los cantautores,
me gusta el cine y la música que son artes de equipo,
y puedo vivir en este horno
sin esperanzas que entren dentro de las posibilidades de realizarse
como la de una loteria
o la de follarme a la mujer gigante del anuncio del corte ingles
y luego quedarme a dormir entre sus inmensas clavículas de photoshop,
y puedo vivir perfectamente sin amor,
pero este terrible verano sin futbol solo me deja pensar en que ya es la hora
de una revolución,
todo el mundo puede acercarse a esta gran hoguera
y coger un tronco encendido
y salir a la calle con él
e ir por ahí gritando con el leño cambiándoselo de mano
dando gritos de verdad y de dolor, y gritando revolución,
todo el mundo sabe hacer fuego o acercarse a la gran hoguera
y coger un poco,
eso no tiene ningún merito, lo difciles es no quemarse,

cuando llego a casa
hay un chaval en la puerta
apoyado en el capó de un coche matando el tiempo rodeándose de su rebeldía
con su gorra y los cascos y fumando como un carretro,
le han tratado de educar como si fuera un perrito toda su vida,
le han llevado al colegio como si fuera una perrera
y le han engañado para que se calle
con regalos
y con gritos
hasta que de pronto les ha estallado un adolescente humano revolucionario
en toda la cara,
solo durante unos años
hasta que luego se vuelve a convertir en un perro poco a poco
con llagas en las manos,
mi juventud todavía anda por aquí
como un fantasma dando paseos por un castillo,
cuando llega la noche miro desde su torre de granito,
no se ve nada
solo la luna llena de Buñuel
atravesada por una nube fina
como si fuera una cuchilla rajando el ojo de una mujer

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