lunes, 21 de enero de 2019

HISTORIA DE UNA CANCIÓN SOCIÓPATA

Miraba el plato de verduras
dándole vueltas con la cuchara tratando de darle la
forma que yo quería que tuviese,
pero esas verduras solo tenian forma de esfuerzo, de horarios y
de reglas, 
tenian forma de un duelo de honor, como si ese plato fuera un símbolo
de la normas de la vida, una especie de bautismo,
pero yo
me quedaba solo en una de las mesas rectangulares del comedor,
todas ya vacias, con las camareras recogiendo las últimas bandejas metalicas
exagerando el ruido para que me lo comiera y me fuera de una vez,
como si eso solo fuera un plato de verduras,
aquella situación era demasiado bonita, un duelo bajo las luces
fluorescentes del comedor con la banda sonora del ruido de las bandejas y 
los consejos y el tiempo del recreo acabándose sonando de fondo,
todos se habian ido a jugar,
los que se lo comian encantados, los que se lo tomaban a risa,
y los que lloraban pero al final se lo comian,
pero yo me quedaba ahí castigado hasta que me lo comiera,
con el plato cada vez mas frio
la profesora cada vez con mas mala leche,
sigo resistiendo todavia al duelo con la vida, me ha dicho con ese 
honor absurdo y chulesco de quien se cree superior pero tiene miedo
que elija hora, lugar y armas, para ver si me hecho atrás,
yo la he dicho que todos los días, que papel en blanco,  y que
rimas, ahi puedo seguir haciendo esas mismas canciones y resistir
como resiste la música de los tiovivos que aún quedan en las plazas de
algunos parques, 
con esas figuras avanzando en círculo y de
arriba abajo;
naves espaciales que disparan hacia  la nada rayos lasers de
esos de las canciones techo, 
con leones, cisnes y pequeñas
jirafas alternativas de malasaña de piel blanca y
flequillo recortado, 
que se saben de memoria las letras de la himnos
indie que gritan dando saltos en los conciertos 
y en los festivales de verano,
resisto como resiste
la habitación de la vecina escuchando música con los
cascos y con la luz del flexo encendida entre el silencio y
la osucridad de la noche y entre las casas naranjas
todas iguales de mi barrio, resisto contra las simetrias de las
ideas formando cuadrados
cuando se cruzan unas con otras y dejan de llamarse
como se llaman 
y cambian su nombre, 
los griegos se equivocaban, el olimpo no tiene forma de religión,
resito como resiten 
las melodias de los anuncios de clases particulares de piano
pegadas a los semáforos en las aceras mas ruidosas
y dejando los finales de
las canciones abiertas para que
después venga otra y nunca mueran, como hacen las ideas y las reglas
para seguir sobreviendo por ecnima de nuestras cabezas



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