LA SAGRADA SIESTA

Generalmente la tarde
está más sugerente cuando se pone
sus nubes de lencería
y sus vestidos veraniegos estampados de todos los colores
que ocupan casi todo el cielo menos las
perspectivas y las partes que ellas quieren enseñar,
pero esta tarde el cielo está entero azul
sin una sola nube
y sin dejar nada a la imaginación
y parece una mujer totalmente desnuda
tumbada en la cama después de hacer el amor,
solo la cruza la estela de un avión
y una golondrina solitaria
disfrutando de la libertad de tener el cielo para ella sola,
y hace contornos volando con su trayectoria
con la misma tranquilidad que un dedo
recorre otro cuerpo ya sin la tensión sexual,
por el pelo
las tetas
y los huesos de las caderas
como si fueran el paraiso prometido
donde ya no queda la tortura del sexo
y solo queda la paz de la belleza y nada más,
la tarde parecía que estaba dormida dándome la espalda,
pero las tardes de agosto
nunca están dormidas del todo
y siempre están atentas
esperando que venga algún profeta salido
y funde alguna religión que la consiga hacer eterna
con un par de espejismos
y alguna verdad suelta,
y cuando paso el dedo recorriendo su cuerpo
enseguida pregunta que si tiene algo en la espalda
y la digo que no se preocupe
que solo es una golondrina cruzando el cielo
de extremo a extremo
que se relaje
y que sienta por donde va volando en cada
momento,
y entonces empieza a sentir la verdadera longitud de su brazo
y lo hondo de su espalda que da incluso vertigo,
y los huesos de su cadera afilados
como el risco de una montaña,
y después siente el rumor de la ciudad como 
si no fuera una gran mentira de cemento
sin corazón
y la siente como si estuviera viva y descompone su latido;
y llega a sentir
el barrio que la vió nacer
los ascensores
las puertas de los supermercados abriéndose y cerrándose
y el tráfico apartándose ante las ambulancias,
incluso siente los fines de semana en el pueblo
cuando aún era una niña
a la que tanto echa de menos,
y siente también una calma que se ha ido adueñando
de ella
y que ha sustituido toda esa ansiedad que tenía
por una preciosa resignación que lo abarca todo
y que puede con todo
y que solamente acaba de empezar.
y siente que quizá está recurriendo demasiado a la imaginación
para huir de ella
sin concederla el poder que de verdad tiene
justo antes de dormirse un par de horas
hasta que baja un poco el calor