ADN

Brillan mis zapatos
pero no brillan por fuera
brillan por dentro
están llenos de cristales
y me desangran a cada paso,
tengo frío,
ese frío de los pueblos castellanos
que se puede tocar con la manos
cuando cae el sol tras la montaña,
ese frío que te acaricia la cara
con sus dedos de cuchillas
y la deja llena de surcos por donde luego bajan los ríos
que desbordan las injusticias
y las buenas películas.
Llevo un silencio que reina a varios km
el aullido de un perro en la lejanía
el silencio y una campana en una iglesia
tocando las 12
llevo una columna de humo difuminada
un árbol inmenso azotado por el viento
una cigüeña planeando sobre los tejados
y su sombra sobre la calle
una ventana silbando
el reloj de pared sonando en casa de una abuela
el cencerro de una vaca
en el prado lejano
la última puerta que se cierra de noche en el pueblo
y un candado fuerte sellándola
y al fondo
acechando
inmensa
la montaña nevada
cada vez más ausente
nadie la nombra
pero ahí está
en mi mirada perdida con los reflejos del fuego de una chimenea
mi mirada el sonido de un hacha cortando leña
mi mirada
y tres funerales y tres renacimientos
dormirse junto a la voz de los padres
y la televisión
la pierna desnuda de una vecina
llena de sexo
llevo un silencio de montaña sagrado
llevo las calles estrechas
las esquinas oscuras
las farolas alumbrando unos copos que caen
en silencio
las piedras irregulares
medievales
y llevo la noche estrellada
en la inmensa
cúpula
con los satélites
y las constelaciones
y un agujero negro hacia otra dimensión
cuando sueño
que no estoy atrapado lejos de un pueblo