ESPERANDO NADA

El lago se refleja en sus gafas de espejo
esperando a que llegue el atardecer
sentada en las escaleras
con aires fenicios
una larga coleta y castaña de piel,
no se castiga cuidándose
y no es deportista
no le van los excesos
ni comer
ni beber
no se refugia en el telefono
y tampoco mira a nadie
no se desconcentra
no fuma
ni va disfrazada,
o es
elegante
o esta pensando en algo grave,
tiene un libro que lee con desgana,
pero lo que mas le gusta
es una pequeña bolsa de mango
en la escalera
a su lado
a la que mira de vez en cuando,
parece que hoy ha sido un buen dia de caza,
de compras,
la imagino en el probador
poniéndose su nueva camisetita
frente al espejo
contenta
mientras rezo para que baje la temperatura
y el sol se esconda de una vez detrás de los edifcios,
y rezo porque llegue pronto el indio de las cervezas
y por las chicas descaradas
en la ciudad
en bikini
y descalzas,
que dios salve sus almas.
Cuando se va el sol aparece siempre algun músico
y rezo porque hoy se acerque alguien con una guitarra
y toque algo de algún drogadicto bien educado
pero que no vengan esos pesados de los porros
a meter ruido con los bongos,
y aparecen dos estudiantes del conservatorio con dos sillas
y un estuche inmenso
¿violín y cello?
ni en mis mejores sueños,
yo solo rezo por estas cosas sencillas
que son las únicas que se cumplen
y que si no se cumplen tampoco pasa nada,
las farolas se van encendiendo poco a poco
mientras 
la canción
consigue hacer que se olvide definitivamente del libro y de la bolsita
de mango
El sol se está marchando
su piel y sus ojos descansan de la luz
y apoya las gafas
en su cabeza y su cuerpo, y su alma lo apoya en las escaleras
fundiéndose con ellas como si fuera una estatua contemporanea de piedra
representando a una chica de este siglo
que ha ido de compras ella sola
y de camino a casa se ha quedado un rato en el parque
a leer un libro, a mirar el lago, y a pensar en sus cosas.
Y la gente habla bajito,
menos dos o tres casi todos están en parejas como los pajaros,
se escucha a las barcas paradas golpear entre ellas,
los patos dejan una estela muy marcada
y un poco de viento se levanta
mientras los musicos tocan una canción del siglo 18 compuesta
exactamente para una noche
como la que se acerca,
ella se siente desbordada y se quita una lagrima
mientras mira hacia los lados para ver
si alguien está sintiendo el terremoto que está naciendo
desde el epicentro de su elegancia
y aplaude solo cuando escucha que la gente lo hace,
y no se queda a escuchar la segunda canción y se va mirando su reloj,
llegará a casa, buscará en internet
no encontrará ninguna pista
y se olvidará,
pero un día
mientras desea otras cosas
mientras reza por cosas simples
como que los niños se calmen
que el vecino deje de cocinar
que mañana llueva
que empiece su programa
un día
cambiando
aburrida
frente al televisor
verá el final de Master and commander por casualidad
y entonces buscará información de la película
la banda sonora
encontrará el título de esa canción
y verá que se llama música nocturna en las calles de madrid
pero nunca sabrá por que desde hace poco
ha empezado a llorar por cosas que no son tristes